5 abr 2007

Querido imbécil:

Espero que no te molestes por lo de "querido", que dicho está de todo corazón, y que lo de "imbécil" lo tomes como muestra de reconocimiento y antigua amistad.
Tu respuesta a mi post Cuando era fácil ser de izquierda me inquietó bastante y me hizo pensar que, en efecto, a lo mejor no soy ni he sido una persona de izquierda y, según las medidas que estableces, sí, me declaro un farsante si alguna vez lo pensé. Paso a explicarme.
"Ser de izquierda", según lo tenía entendido, significaba un mínimo de decencia, como por ejemplo no ser un hostigador sexual de mujeres, como en este link, o éste, o éste, o éste, ni ser un ofensor y hostigador de bebés, como en este otro, todo en aras de molestar a un simple escritor que no tiene fábricas, malls, empresas de seguridad, acciones en instituciones bancarias ni --dicho sea de paso-- un automóvil o casa propia. No soy un enemigo de clase. Ni siquiera tengo la posibilidad material de atropellar a nadie, como tantos salvadoreños de derecha, izquierda y todas las modalidades del centro o la indiferencia política.
Hasta donde sé, "ser de izquierda" implica una posición de clase, o al menos una simpatía con lo que eufemísticamente se llama "gente de pueblo". Hasta donde me quedé, el racismo, el desprecio a la "gente pobre", sus oficios, etcétera, no eran parte de la ecuación, como lo es en esta pieza clásica de un músico genial, como se autodenomina, donde se establece como característica deleznable ser moreno, de origen proletario y de baja estatura, algo que comparte un bonito porcentaje de los salvadoreños, y como motivo de burla y desprecio el haber estudiado en la Universidad de El Salvador, "la universidad de los pobres". Y, claro, ¿quién que tenga esas características podrá saber de gramática siquiera, o escribir poesía? Hay otros posts en los que se sostienen puntos similares (como éste)
Tampoco entiendo como "ser de izquierda" el trabajar como empleado público y corromperse. Y además a niveles patéticos. Vaya: ni siquiera un par de millones de dólares o una buena cena en algún restaurante que ni siquiera sé que existe. Y lo peor es que tu propia esposa te denuncie, aunque en realidad esté presumiendo de que lo hizo por amor. Eso lo puedes encontrar aquí; los originales fueron borrados, obviamente: hay gente que no es tan de izquierda como para mantener sus posiciones durante mucho tiempo.
O mentir, simplemente. "Sólo la verdad nos hará libres", decía un señor llamado Jesucristo, y hasta donde entiendo lo recogieron figuras que, en mi izquierda particular, considero respetables, como Marx, Engels y qué sé yo. Quizá no los conozcas, quizá los hayas olvidado, quizá tu versión de la iquierda no pase de algún manual de los que pulularon cuando yo era adolescente, y que ya entonces daban vergüenza, o de algún folleto de los que se hacen ahora para no decir nada.
"Ser de izquierda", para mí, es también dar la cara y asumir las posibles consecuencias de los actos. Y tener un poco de prudencia: tener que alcoholizarse para poder escribir las cosas en las que uno dice creer no me parece acertado. Claro que soy abstemio --era parte del rollo de ser "de izquierda" en la época en que me tocó--, y no puedo entender ciertas corrientes de pensamiento que parecen estar hoy en boga entre los... uh... intelectuales de la izquierda. Lo que menos entiendo, como escritor, es cómo quienes mantener tus personajes alcoholizado: se supone que hay unos que me escriben anónimos de cierto modo y otros de otro, y en el post de anoche mezclaste características de uno con preguntas de otro, información que uno maneja con otra que el otro no puede tener. Varias veces ha ocurrido. Si te das una vuelta por La Casa del Escritor, podría enseñarte cómo se hace; es mi trabajo, precisamente. Si se supone que es un montón de gente la que está atacando, hazla parecer un montón de gente; para eso tienes que guardar la coherencia de tus personalidades.
En fin: no, no soy de esa izquierda que dices, y seguro que en tu colmena soy un farsante. Antes había un nombre para "esa" izquierda: lúmpen. Parece que ahora es la tendencia que predomina, a falta de pensamiento y en vista de que sobra la frustración más que la esperanza. Te puedo asegurar algo: eso no es culpa mía. Yo sólo soy un escritor de ficciones, no un intelectual de tercera o cuarta, que para eso hay una lista amplia que te puedo enviar por correo privado, porque es larga y no quiero aburrir a mis lectores.
Hay cosas que no voy a responderte, porque uno puede contestar imbecilidades, pero no demasiadas. Por ejemplo, en qué me gasto mi salario. ¡Hombre! ¡En lo que se me pega la gana! Para eso me lo gano.
Tengo una pregunta para ti: ¿cuál es la insistencia tuya y de tus otras personalidades en saber qué hice en Costa Rica y en México? Me da la impresión de que:
a) Estás tirando anzuelo sin carnada para ver si pescas algo.
b) Algo sabes que yo no sé, y me da morbo enterarme.
Por lo demás, mi desprecio para ti y para los tuyos. Y para esa"izquierda" de la que te sientes portavoz. La mía es más sencilla: es un asunto de decencia, nada más. (No voy a explicarte lo que significa. Si no se trae de nacimiento o familia, o si se ha perdido, será un esfuerzo inútil, y esta semana santa pienso descansármela.)